Asociación ilimitada con Dios
El motivo más grande para la primera creación de Dios del hombre al inicio de la creación era para obtener hijos para llevar a cabo la obra sobrenatural de Su reino. Era Su deseo reproducir Su imagen en una criatura.
El motivo más grande para la creación de Dios de un nuevo hombre, a través de un nuevo nacimiento, un nacimiento espiritual (primero experimentado en el día de Pentecostés) era que el todopoderoso obtuviese hijos para llevar a cabo la obra sobrenatural de Su reino. La verdadera calidad de hijo es una obligación de poner en práctica la naturaleza del Padre. Es la voluntad del Padre que nosotros lleguemos a ser: “participantes de la naturaleza divina”, asociados con Él en Sus negocios.
Cuando la iglesia atravesó la Edad del Oscurantismo (la Edad Media), hubo un declive de las señales, milagros y maravillas anteriormente prevalecientes en la iglesia primitiva. Pero como Dios ha restaurado a la nación de Israel, es Su voluntad restaurar el ministerio apostólico a Su iglesia en los últimos días con un poder sobrenatural que sobrepasa al de la primera iglesia registrada en el libro de los Hechos.
1. La muerte del ego para el nacimiento de lo sobrenatural
Cuando consideramos lo que impide a lo sobrenatural y la gran cosecha del tiempo del fin, debemos mirar hacia el interior y examinarnos a nosotros mismos. Ningún otro factor, además de uno mismo, es responsable. No es:
• Dios - porque Él ha prometido que Él hará su parte, como nosotros hacemos la nuestra.
• Satanás - porque él ya está derrotado por el hombre espiritual y no puede detener el plan de Dios.
• Tiempo – no deberíamos estar esperando que algún evento profético desate el inicio de la cosecha – es el tiempo del fin – es tiempo de cosecha.
• La falta de almas que necesitan salvación – porque solo un porcentaje pequeño de la humanidad ha experimentado el salvador poder de Jesucristo.
Simplemente, es que no ha habido una completa y total muerte al hombre natural (una ruptura del velo del ego) permitiendo al Espíritu gobernar completamente en nuestras vidas.
• Si vamos a movernos más profundo en el poder de lo sobrenatural no puede ser iglesia y religión como usual. No puede ser comportamiento religioso formateado por la rutina. Tiene que haber un desvanecimiento del hombre exterior y un resplandecer del resplandor de la belleza de Dios y el poder sobrenatural a través del hombre interior.
2. Crecer en obediencia -- Humildad, el fundamento de la obediencia
Desde la perspectiva del mundo, la auto-promoción es la dirección preferente para ir. De la manera que la aguja de la brújula apunta hacia el norte, la aguja de necesidades del ser humano apunta hacia arriba. En cada humano yace el ego movido por el orgullo anhelando reconocimiento, poder y grandeza.
• Orgullo, la pérdida de humildad, es la raíz de todo pecado. Este mal del infierno está profundamente enraizado en el corazón de la humanidad.
Sin cirugía radical para quitar ese orgullo y reemplazarlo con la humildad, va a:
- Hacernos ser críticos y sentenciosos.
- Quitar el gozo de la satisfacción en nuestras vidas.
- Prevenir el crecimiento espiritual.
- Costarnos nuestras almas por la eternidad.
De la misma manera, la humildad es la virtud más grande central para todo aquello que es bueno. La humildad significa poner a Dios y a los demás por encima de nuestros propios intereses egoístas. Es el lugar de entera dependencia en Dios.
• La humildad es el único terreno donde el fruto del Espíritu crecerá y los dones sobrenaturales del Espíritu trabajarán.
Para el hombre carnal, la humildad es aparentemente una senda brutal descendente hacia la auto-demolición. Pero el hombre espiritual entiende que lleva hacia la satisfacción y el gozo. Paradójicamente: “La grandeza no es una medida de la voluntad propia, sino más bien de auto abandono – cuanto más pierdes, más ganas.”
3. Crecer en sacrificio
El monte de gloria y el monte de sacrificio
Durante el ministerio de Jesús, Él tomó a Pedro, Jacobo y Juan a un monte alto y fue transfigurado delante de ellos.
Mat. 17:2-4
2 y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
4 Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
Lo que los tres discípulos atestiguaron no era el humilde Pastor o el sufriente Cristo, sino el Rey de reyes y Señor de señores en toda Su gloria. Esta era una experiencia maravillosa y sobrenatural al igual que ellos vieron esta escena junto a dos testigos del Antiguo Testamento – Moisés y Elías. Los discípulos vieron una gran luz, resplandeciendo de Jesús, una vista previa de la descripción de Juan el revelador de la nueva Jerusalén donde el Cordero es la luz: “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.” (Apo. 21:23).
Cuando Pedro quería edificar los tres tabernáculos y vivir en la cima del monte, no es sorprendente porque sería maravilloso vivir continuamente en el monte de la victoria y gloria. Pero ellos estaban en el monte equivocado para quedarse mucho tiempo. Cerca estaba otro monte que definiría el resto de sus vidas – el monte Calvario.
Aunque Dios nos permite disfrutar grandes experiencias de cimas de montes de victoria de vez en cuando, no es allí donde Él ha escogido que vivamos. El monte que Él ha escogido para nosotros es el Calvario, el lugar de sacrificio y muerte. El apóstol Pablo tocó el requisito de que los seguidores de Cristo deben vivir una vida de sacrificio:
Rom. 12:1-2
1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
• Hubieron veces en el Antiguo Testamento cuando un sacrificio era aceptado por Dios, el fuego caía y era consumido. Hoy en día en la iglesia del Nuevo Testamento, debemos ser un sacrificio vivo. Para ser aceptados por Dios, debemos ser consumidos con el fuego del Espíritu Santo y una pasión ardiente por Su reino.
4. Creciendo en amor
El apóstol Pablo enfatiza la importancia del amor en su escrito a los corintios. El capítulo 12 describe los dones sobrenaturales del Espíritu disponibles a los creyentes llenos del Espíritu. El capítulo 13 eleva el amor por encima de todos estos dones maravillosos porque ellos solo funcionan a través del canal del amor. Dios pone Su poder en las manos del amor, porque ese es el único lugar en el que está seguro.
La misión de la iglesia apostólica debería ser alcanzar a nuestro mundo perdido a través del evangelismo. Pero el evangelismo es eficaz solo cuando hay un avivamiento de amor los unos por los otros en la iglesia. Antes que el amor de Dios fluya de nosotros a nuestro mundo perdido, debe primero fluir a nosotros. El amor trae unidad lo cual trae el poder de Dios que provee sanidad y salvación para el pecador.
• En la iglesia debe haber unidad en lo básico, tolerancia en lo no esencial, y amor en todas las cosas.
No hemos amado hasta que amamos a nuestro hermano cristiano y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Solo entonces habremos cumplido la ley real.